Owlboy Análisis

Tras un larguísimo desarrollo de 8 años, por fín tenemos en nuestras manos Owlboy. Una suerte de aventura de scroll lateral que posee tanta personalidad como amor transmitido a cada uno de sus pixels.

En Owlboy tomamos el papel de un búho mudo que sin pretenderlo se ve envuelto en un gran conflicto que escapa a sus capacidades.

Encasillar Owlboy en un género resulta complicado pues capta elementos de multitud de géneros. La narrativa recuerda a la de un JRPG de los 90, las mecánicas y el esquema de juego nos hacen pensar en un metroidvania, al igual que el diseño de niveles (siendo un mundo semi abierto que puedes re-visitar en cualquier momento. Sin embargo no ofrece recompensa alguna al hacerlo). También introduce puzles sencillitos muy del estilo de los plataformas tradicionales como Mario o Rayman.

Una gran mezcla.

A diferencia de otros casos, Owlboy es un cocktail que se siente muy particular, funciona tremendamente bien al márgen de la suma de sus partes. Pese a ser una constante referéncia y homenaje a un montón de clásicos resulta un juego muy consistente y con carácter genuino.

Se ve y se siente como un juego de los 90 pero elevado a la máxima potencia. Puede que esto limite algunos campos, como la narrativa, que es muy sencilla y está llena de humor tontorrón, pero eso forma parte del espíritu del juego. No obstante introduce detalles y animaciones que en esa época eran inconcebibles, de esta forma hacen que el conjunto se sienta más bello que muchos de los juegos de aquella época.

Y es que Owlboy es un juego hecho por un equipo que se nota que ama aquellos tiempos, cada detalle del juego está tratado con un cariño extremo. Artísticamente es una auténtica maravilla, uno de los ejercicios de diseño “pixel art” más rotundos que he visto. Cada animación y mecánica, aunque sólo aparezca una sola vez en todo el trayecto, está tratada al nivel de todo el conjunto.

Basta con echar un simple vistazo para entender esto, la puesta en escena es brillante. Desde las piedras las flores o los fondos de los escenarios, hasta la música que acompaña la escena. Hermosa, evocadora y perfecta acompañante para tus aventuras.

Una pequeña aventura.

Una de las pocas pegas que se le puede achacar es que se trata de un juego muy sencillo en esencia. Owlboy puede moverse por los escenarios con sus alas y girar para esquivar o atacar. Pero para complementar el escueto abaníco de habilidades de nuesto protagonista, contamos con unos compañeros que podremos coger con nuestras zarpas para que utilicen sus armas a distancia.

Esto es el principal motor del juego tanto a nivel jugable como narrativo. Podremos cambiar de acompañante en todo momento con total fluidez lo que resultará esencial para poder superar algunos de los desafíos que nos propone el juego, pues cada uno de estos acompañantes poseerá una forma de ataque particular, como un disparo constante a larga distancia o un contundente cañonazo con tiempo de recarga, eso sí debo mencionar que el autoapuntado a menudo hace las cosas más sencillas de lo que a mi me gustaría.

Suple la falta de desafío con gran variedad de situaciones, un gran ejemplo de cómo se puede dotar de frescor a un juego con tan pocas mecánicas, ciertamente en ningún momento he sentido que estuviera haciendo lo mismo una y otra vez, pues cada zona tiene al menos algun puzle o desafío particular.

En lo narrativo podemos decir que Owlboy trata de la amistad, un tema que aunque suene muy trillado, no pasa desapercibido en este juego pues utiliza sus herramientas como videojuego para reforzar su mensaje.

Una prueba de ello es que nuestro protagonista no puede hacer gran cosa sólo, necesita alguien que lo complemente. Algo parecido ocurre con los diálogos pues como he mencionado al principio de nuestro análisis nuestro “Chico” Búho es mudo. Del mismo modo, sus compañeros sin él no pueden desplazarse a ningún lado pues la mayoría de escenarios está formado por rocas flotantes y acantilados.

Cuando te separas de un compañero en una sección lo echarás de menos, pues tendrás que afrontar el escenario de un modo distinto a cómo lo harías si lo tuvieras a tu lado. Es por estos detalles por los que resulta un juego tan bien diseñado, por esto transmite tan bien su mensaje. Por desgracia, es difícil pasar por alto el hecho de que podría haber dado un poco más de si, colocar alguna recompensa en los escenarios previamente visitados o un aumento del desafío en algunas secciones hubieran convertido este juego en un imprescindible que, aun así, sigue siendo muy recomendable.

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