That dragon, cancer, y la historia de Joel Green
Evitamos hacernos a la idea de cuán y de qué manera nos rodea diariamente este dragón llamado cáncer. La figura simbólica que han utilizado los autores para nombrar a la enfermedad no deja ser una verdadera prueba del dolor sufrido tras la muerte de su hijo, Joel, después de luchar durante años contra ello.
Ha habido muchas y diversas críticas sobre este juego. Sobre si los padres se están beneficiando económicamente del cáncer y posterior muerte de su hijo, de si han frivolizado con una tragedia. Sin embargo, para aquellos que hemos pasado por una situación (tan reciente que a veces hay que mirar hacia otro lado para no llorar), sabemos que han tratado el tema de forma maravillosa y sobresaliente.
Si nos ponemos a analizar las características y elementos principales de este juego, lo primero sería destacar la colorida paleta de colores, los gráficos tan de dibujo animado que envuelve a este título. Se trata de una forma de hacernos ver una vida que llena de colores, se dispersan en torno a esos núcleos puntiagudos y oscuros que aparecen en la playa en los primeros minutos del juego. De ver la cara invisible y sin rasgos de Joel, el protagonista del juego.
Conforme vamos avanzando, podemos darnos cuenta que nuestra propia interactividad no es realmente el punto principal del juego. Apenas unos clicks y unas interacciones breves, nos permitirán más acerca de la historia del pequeño de Ryan y Amy Green.
Las mecánicas simples pero efectivas nos hace estar atentos a cada paso que el niño da, a cada gesto que nos hace, a cada pequeña pero imperdible palabra que articula. El resto de la historia nos la cuenta sus padres y creadores del juego entre otras personas. Ryan ha sido el encargado de desarrollar el juego mientras que Amy se ha dedicado a escribir los guiones de éste.
Ahí reside la grandeza del juego y la originalidad de éste. Común a verse esta técnica utilizarse en videoclips (a modo, muchas veces de ahorrarse el coste de un producto audiovisual más atractivo), aquí el uso de las letras y frases nos ayuda a saber qué sucede alrededor nuestra. Las grabaciones originales del propio Joel, de sus hermanos y de sus padres, nos provoca una sensación única, que, tal como diría un amigo mío, sería imposible de transmitir en el cine.
Poco a poco vamos descubriendo, solo con la voz de cada uno que Amy es nerviosa pero decidida y positiva, que Ryan atraviesa una intensa crisis personal y tiende a reprimirse o de las dudas de sus hermanos por la situación tan terrible que está sucediendo, ahí, enfrente y rodeándonos.
La música y sonidos son excelentes. Desde el patito del principio, pasando por las máquinas, por los lloros. No podemos quitarnos de la cabeza éstos últimos, ya que, nos ponemos en el papel del padre intentando consolar a un niño invisible, que no está en ninguna parte porque hace tiempo ya solo está en la memoria de sus conocidos.
Es por ello, que ahora me adentraré en el complejo mundo de la narrativa del juego. Se trata de una forma elegante y sutil de situarnos en lugares donde la familia ha estado pasando el desarrollo trágico de la enfermedad. Se utilizan diversos recursos: desde flashbacks pasando por flashforwards a cartas de supervivientes. En todos ellos se transmite de forma magistral el dolor causado y se consigue traspasar éste al propio jugador.
Nos hace partícipes de cada una de las escenas, ya que, conocemos este tipo de historias desde nuestra vida cotidiana a lo que oímos. En este caso, somos parte de ella, somos integrantes de la historia y de lo que ello conlleva.
En definitiva, “That Dragon, cancer” es un buen ejemplo de otro tipo de videojuego. No se necesita ganar puntos o matar un máximo de rivales. Solo se necesita una entera y sólida fortaleza para afrontar el peor de los finales. El que nos marca un dragón como el cáncer.