Análisis Ori and the Blind Forest
¿Os imagináis a Pixar y al estudio Ghibli trabajando juntos? Maravilloso, ¿verdad? Pues Ori and the Blind Forest podría ser un perfecto candidato para el resultado de la fantástica fusión entre ambos estudios. Capaz de colocar en paralelo la diversión y el mensaje sin que el invento se pierda, al igual que en las producciones de los estudios mencionados.
He de admitir, antes de nada, que la primera vez que le eché una ojeada a esta obra, lo menos que esperaba era encontrarme ante un título que resultaba ser un producto Indie, de estos que salen de ninguna parte. De verdad me sorprendió muchísimo porque lo primero que puede venirte a la mente (si no conoces a Moon Studios, y es lo que me pasó a mí), es que te hallas en frente de un juego triple A, en el que se han gastado una gran cantidad de dinero en el diseño, pero luego ojeas el nombre de Moon Studios y la situación empieza a tomar otra perspectiva.
Me encanta Ori and the Blind forest. Es una fantástica aventura completamente memorable que resulta ser mucho más compleja de lo que su sublime apartado audiovisual parece querer contarnos. Nos encontramos ante un mundo bidimensional abierto, repleto de niveles interconectados entre ellos y llenos de secretos. En el cual a medida que avancemos en la trama, iremos consiguiendo PowerUps para nuestro protagonista, lo que nos permitirá avanzar y movernos tanto hacia nuevas zonas, como volver hacia zonas anteriores en busca de posibles tesoros dejados atrás. Como podemos observar, de primeras, Ori and the Blind Forest se sitúa en terreno ya conocido, formando parte del subgénero Metroidvania. Y de los clásicos.
Ori and the Blind Forest nos absorbe con su estética, sí, cuidada hasta el más mínimo detalle,desde luces y sombras a cualquier transición del movimiento de nuestro protagonista. Sumándole que nos presenta a unos personajes con los que empatizaremos a las primeras de cambio y que son capaces de emocionarnos con suma facilidad, prácticamente hablando desde el silencio. Sí, porque Ori and the Blind Forest, no nos presenta más dialogo que el que tendrá la voz en off del narrador (al ir contándonos la historia), y la pequeña acompañante de Ori, indicándonos a nosotros, el usuario, ciertos aspectos de las mecánicas a seguir.
Ésto es un elemento que podemos ver presente en otros títulos, cómo podría ser el caso de la obra de ThatGameCompany, Journey, dónde la carencia de diálogo es mucho más presente que en Ori and the Blind Forest, y mediante la narrativa y sus escenarios, enmarcándolo en una armonía constante junto a la OST, nos habla y nos cuenta su historia.
A veces no hacen falta grandes historias enrevesadas para levantar un gran videojuego. Ori and the Blind Forest parte de una premisa muy recurrente (pero que a la vez da mucho juego): la lucha entre la luz y la oscuridad. El bosque de Nibel (nombre del bosque en el que se desarrolla el juego) se está muriendo, en particular su árbol principal (el que le proporciona vida), y sólo existe un ser capaz de revertir la situación: nosotros. Una pequeña llama de esperanza, una luz en la oscuridad, frente a un mar de tinieblas.
No trata temas filosóficos profundos, pero su belleza emocional reside en pequeñas escenas las cuales usa como medio principal para hacer llegar el mensaje que quiere transmitir, bien igual como hacen las películas de Pixar. El amor de una madre, el valor de la amistad, el sacrificio y la responsabilidad de nuestros actos, son los temas y valores que aquí se tratan con mimo y amor. Y he de admitir que este titulo consiguió sacarme más de una lágrima con ello.
No penséis que por presumir de un diseño tan animesco resulta ser una aventura sencilla. Ori and the Blind Forest es muy desafiante, y cuenta con una curva de dificultad muy cuidada. Me recordó en especial a Super Meat Boy en dos puntos en concreto: por un lado, esa curva de dificultad que va en aumento y que nos hará ver que lo que antes nos parecía un camino difícil resulta no serlo tanto. Y por otra parte porque aquí moriremos, y mucho. En ocasiones el juego resulta ser frustrante, pero digamos que de alguna manera consigue justificarlo mediante dos aspectos: el primero introduciendo una jugabilidad perfecta (aspecto por el cual me recordó también a Super Meat Boy) haciendo que al morir sea por nuestra culpa, y que Ori responda a todas nuestras órdenes con una precisión milimétrica. Y el otro aspecto reside en la conexión entre narrativa y mecánicas. Resulta que en las escenas donde la dificultad se dispara, es donde Ori and the Blind Forest estalla en una explosión de vida y color, mostrándonos una clara referencia a la potencia y fuerza de la naturaleza, haciéndonos ver que no somos nada frente a ella. Ori and the Blind forest juega mucho con eso, y hace que en todo momento sus elementos estén en constante coherencia.
Sin embargo, el hecho de que su jugabilidad sea tan redonda pone aprueba los principios de la filosofía Dark Souls, y me estoy refiriendo al prueba y error, que si duda es uno de los punto negativo de esta obra, ya que puede provocar niveles de frustración al usuario.
Sinceramente he de decir que me gusta el nivel de reto planteado. Para que os hagáis una idea, existe un logro desbloqueable que consiste en superar el juego en menos de tres horas. Seguro que ya lo entendéis mejor. Ori and the Blind Forest nos hará repetir jugada y clamar al cielo, pero siempre con la satisfacción que provoca el superar los retos propuestos. Desafía al propio jugador, proponiendole retos, lo que hace que se disponga de cierto grado de rejugabilidad una vez terminada la aventura. Al igual que sus sistema de habilidades. Su amplio árbol con tres ramas distintas, puede ser una motivación a volvernos a enfrentar a la aventura encarando de distinta manera el juego, ya que las tres ramas son completamente distintas entre sí.
Cabe decir que una vez terminado no ofrece nada más. Está planteado como viaje único, irrepetible y sobre el que no se puede volver. Si decidimos encarar de nuevo esta obra, es por pura diversión, como he mencionado antes, frente a su sistema de mecánicas.
Conclusión:
Simplemente decir que al terminar este juego, me levanté a aplaudir. Ori and the Blind Forest juega sus cartas de forma inteligente. Es constantemente sorprende con nuevos trucos, las nuevas formas de moverse a través de sus espacios, los niveles cuidadosamente diseñados que le obliguen a pensar con rapidez y responder, etcétera. No es tan rápido cómo, por ejemplo, un típico juego de plataformas, sino que más bien apuesta por un arco de juego más amplio que se extiende a través de un solo mundo, interconectado. Es un enfoque excelente y temáticamente coherente que permite a Ori and the Blind Forest construir alegría en un lecho de dolor.