El poder de la pasada generación
Me cuento como uno más entre esas personas que sigue en la pasada generación, por un motivo u otro, y viendo como van llegando, cada vez, menos juegos -algo que era de esperar con la llegada de las todopoderosas Xbox One y PlayStation 4 al mercado-. Y según pasan los meses y el catálogo de esta nueva generación va mostrando más, puedo ver que el fin se acerca y que dentro de muy poco -pronóstico que para finales de 2017- la old gen será un recuerdo, unas maquinas anticuadas destinadas sólo a FIFA. Es aceptable, ya se dio con otras generaciones, pero el trato que empieza a recibir ésta, en algunos casos, se ha vuelto inaceptable.
¿Tan acabada está la old gen?
La triste respuesta es que sí, y no da para mucho más. Con la llegada de nuevos sistemas, mejores chips y polladas de esas, las PlayStation 3 y Xbox 360 han quedado desfasadas. Sin embargo, estamos ante un caso verdaderamente extraño, en el que -desde mi punto de vista- aún no merece la pena saltar a la nueva generación. Las razones son claras: la nueva generación promete mucho pero demuestra poco.
Los primeros compases que estamos viendo de la nueva generación nos han desilusionado a muchos, por ser una generación lenta en mejoras y escueta en títulos. No me voy a detener a contar los títulos nuevos que han salido, exclusivamente, para la nueva generación, pero son realmente pocos si quitamos las remasterizaciones, que no deberían contar como juegos de esta generación. Así, a mediados de 2016, estamos empezando a ver, al fin, movimientos en esta generación, con títulos ambiciosos que comienzan a mostrar los pequeños activos de esa potencia prometida, y que parece muy alejada aún.
El panorama que vemos aquí no se ha dado antes con tal magnitud. Aquellos que vivimos, por ejemplo, la evolución de Sony en el mundillo, tuvimos la oportunidad de deleitarnos con verdaderos saltos generacionales, de la primera PlayStation a la segunda hay un abismo bastante interesante, y con la bestia negra llegamos a otro mundo donde los gráficos, la potencia bruta y la jugabilidad alcanzan niveles insospechados. ¿Qué ocurrió con PlayStation 4, y con Xbox One -que no se libra de la bronca-? Simple: tanto Sony como Microsoft entraron en la guerra fría de las consolas, logrando sacar dos máquinas que podrían haber sido mayores si les hubieran echado más tiempo. Lo que han logrado con este movimiento chapucero es presentar dos nuevas consolas que no se apartan tanto de sus antecesoras, y, con la llegada de rumores sobre una hipotética PS4 Neo, se confirma lo obvio: se dieron demasiada prisa.
Los dos polos: el mal y el buen trato
Vamos a olvidarnos un poco de esas chapuzas de consolas a las que tenemos que llamar nueva generación, para centrarnos en lo importante de este artículo, la old gen, past gen o como queráis llamarla. Los que la seguimos consumiendo tenemos la suerte de que las desarrolladoras parecen haberse dado cuenta -era demasiado obvio- de que la potencia de la nueva generación no distaba tanto de la pasada, y en muchos casos han decidido seguir sacando su juego en ambas, a fin de alcanzar más público y llenarse más el bolsillo, respetable ante todo. El problema llega cuando la desarrolladora de turno mete la pata infravalorando a las pasadas consolas, metiéndose en un berenjenal que podrían haber evitado siendo más modestos o teniéndole un poco más de respeto al público, que al final es el que les asegura sus salarios.
Estoy hablando del caso de Activision y Treyarch con Call of Duty: Black Ops 3, el título obligatorio en las tiendas cada año. Anunciado que el título saldría también para PlayStation 3 y Xbox 360, los amantes de la franquicia se alegraron de poder disfrutar por, seguramente, última vez del famoso shooter en sus viejas consolas. Lo que pocos se esperaban fue lo que nos llegó el día del lanzamiento. De principio se advirtió de que el juego no contaría con campaña en sus versiones de old gen, un movimiento que no termino de entender, pero bien, es aceptable. Lo verdaderamente horrible fue la canallada gráfica con la que se rieron de los aficionados, de esos pobres que compraron un juego, incompleto a mi parecer, por el precio normal y que se encontraron con un bajón gráfico totalmente innecesario.
No podemos negar que el simple hecho de sacarlo en la pasada generación fuera un detalle, pero lo que hicieron no tiene nombre. Estaba claro que esta versión no iba a contar con el mismo poder gráfico, pero de ahí a darnos un juego por debajo, gráficamente, de las anteriores entrega… fue una verdadera tomadura de pelo. Se trata de una versión que, de haber sido yo el responsable de Activision, no habría permitido su puesta en el mercado, sino que habría despedido al graciosillo que dijo que esas consolas no tirarían un videojuego que ni en la nueva generación ha mostrado un avance significativo en comparación con las pasadas entregas y con los demás juegos con los que comparte plataforma. Así las cosas, podrían soltar muchos argumentos en contra de mí, entre los que estaría poner en cuestión la potencia de PlayStation 3 y Xbox 360, un argumento que se iría al traste tan rápido como viéramos de qué son capaces esas dos consolas.
El ejemplo que pondré aquí será el de Rise of the Tomb Raider, y por tanto Xbox 360 representará a la past gen. Como estaba claro, el juego contaría con una bajada de gráficos en comparación con la edición de Xbox One. Lo que he ido viendo desde que empecé a jugar este juego en mi Xbox 360 me ha dejado perplejo, atónito, patidifuso, sin palabras… Los señores de Crystal Dynamics nos han obsequiado con una entrega que luce formidable en la pasada generación, con una atención esmerada por el detalle y unos gráficos de un realismo impresionante. Lo que han demostrado estos señores con sólo un videojuego es que, tanto Xbox 360 como PlayStation 3, cuentan con un poder que no debe envidiar, por ahora, a la nueva generación de consolas. ¿La past gen está acabada? Quizás no tanto. Por mi parte, seguiré disfrutando de los buenos juegos que se dignan a llegar a estas máquinas “anticuadas”.