Análisis Devil Daggers
Por YayoSe ilumina la caverna, la luz oscila con tu respiración. Parece infinita, el techo y las paredes se pierden en la negrura. Tus dedos de hueso se extienden hacia delante, esperando la acción. De pronto lo escuchas – balbuceos en una corriente de agua, burbujas. Pequeños demonios nadando en la placenta de su mamá pilón-torre. Te giras en la dirección de los sonidos y ahí la ves: una estructura con forma de columna romboidea con tentáculos extendiéndose hacia la oscuridad del techo, bailando su propia danza.De pronto los tentáculos de calamar se excitan y las burbujas salen de su madre en una explosión gorgoteante – una masa de calaveras voladoras que se dirigen hacia ti. Disparas y de tus dedos salen escupidas decenas de dagas de hueso. Matas un par de monstruos, pero te envuelven. Mueres.Parpadeas y todo empieza de nuevo. Consigues deshacerte del grupo de pequeños cabrones, y te das cuenta que una de las calaveras tiene cuernos y es más difícil de matar: ese es tu nuevo objetivo. La pantalla se pone roja cuando algo te mata por detrás y el deja vú comienza otra vez.Corres buscando el pilón y descubres que tiene un ojo carmesí – un cristal. Le disparas con todo lo que tienes, y el pilón se desvanece en el aire en una nube de polvo y sangre. El siguiente pilón ya nació en la otra esquina del mapa y tú corres hacia él. Zigzagueas, escapas en círculos a las hordas de pequeñas calaveras cabronas y te preguntas, ¿por qué nacen y para qué me atacan? Intentando escapar de los demonios, te caes por un precipicio negro como todo lo demás y descubres que la caverna es circular y finita. Igual que tú.Renaces y descubres que el disparo alternativo de tus dedos es una shotgun camuflada, y si disparas al suelo puedes hacer rocket-jump. Con un salto de esos te asomas a ver el agujero negro entre los tentáculos donde nacen los bebé demonios: un pico de gaviota mirando el cielo que no se puede ver.Las hordas se suceden al igual que tu posición en el leaderboard. Te encuentras con la mariquita-araña-gigante que cuelga en su telaraña invisible, batiendo el aire con sus mil tentáculos y robando los cristales que tanto trabajo te dio conseguir. Escupe bichos verdes de vómito que se convierten en arañas radiactivas que buscan tu sangre, pero consigues matarlo… a la quinta vez. La imagen se ralentiza: tu primer powerup. Sobrevives un minuto y crees que eres lo más. Ya no eres el número 5000 de 7000 y pico en el ranking mundial: ahora eres el 3821. Ya no mueres nunca antes de treinta segundos – y piensas que conoces todo lo que hay. Pero miras el replay del mejor jugador del mundo haciendo clic en el iconito de ojo que hay al lado de su puntuación – más de ocho minutazos y contando – y descubres que en el fondo no eres nada: eres un pequeño mierda que recién está empezando, una pequeña calavera de nivel I que acaba de nacer por entre los tentáculos burbujeantes de su torre madre.Pero repites y repites, y aprendes que tienes que dejar de moverte para recolectar los cristales ensangrentados de los pilones, que se lanzan hacia ti con su propia aceleración y trayectoria, y que si juntas 10 cristales consigues un powerup (no, aquél slow motion no fue solo suerte). Te preguntas por qué no hay ningún indicador en pantalla del número de cristales que tienes y comienzas a llevar cuenta mental de ellos mientras intentas sobrevivir. Y aprendes que las hordas son fáciles de manejar y sólo tienes que disparar al frente para eliminarlos. Que los esqueletos de nivel III y IV son unos cabrones peligrosísimos y su sonido de motosierra al acercarse indica que tienes que girarte para matarlos, porque ellos sólo atacan por detrás. Que existe un ritmo secreto que se repite una y otra y otra y otra vez, con un número prefijado de enemigos y torres que nacen en el mapa siempre en los mismos intervalos de tiempo, y que si eliminas todas las ráfagas a la vez, eres capaz de hacer pausas entre ola y ola. Y que si no los eliminas van a seguir naciendo sin importarles una mierda dónde estás ni cuántas horas has jugado ya. Que por mucho que lo intentes, ahora ya no eres el número 2000 de 7000 sino que eres el 6000 de 12000 y que con el tiempo seguirás cayendo en el leaderboard aunque no quieras, que no hay final posible ni para ti ni para este juego, y que siendo un arena shooter single player en el que tienes que matar monstruos en un estilo al más puro quake clásico -algo que llevo esperando desde el año 1793-, se aleja tanto de su propia idea hasta parecer una cosa completamente diferente, consigue alienarme y darme ganas de no regresar nunca más a él.Esta noche (al igual que todas las que vendrán), este chiringuito estará lleno de oportunidades para vivir y jugar. Devil daggers es una experiencia única y tétrica, apta sólo para una élite que terminará algún día siendo menos que el 0.01% de todos los que compren el juego: los mejores, los ganadores, los que tienen tiempo y ganas para sacrificar un cachito de su vida para conseguir sacar algo de aquí. En el baile de la vida y los juegos hay mucho por hacer, y tú pequeño Devil Daggers, no ofreces nada más que una esquina negra y repetitivamente aburrida, donde me retuerzo contra mi inhabilidad y los puntos de los otros, expuestos en una tabla gigante que se pierde en la misma negrura que tus paredes.Lo siento, pero en mis noches de fiesta, ya nunca más bailaré contigo.
Por Alexcunha
Si has llegado aquí es porque has logrado superar el pozo de depresión que nos brinda el señor Yayo con la caída de lo más alto del inicio de este texto, sabes que el golpe va a ser duro, pero la caída siempre es el momento traumatizante hasta llegar a ese duro final. Pero no, resulta que aquí estoy yo con una suave colchoneta para salvar tu vida de este pozo textual, y el texto de Yayo es la mejor prueba de la depresión, impotencia y frustración que te puede ofrecer este juego. La gente dice que las cosas no pueden ser solo blancas o negras, pero en este caso así lo parece, porque aquí estamos Yayo y yo, haciendo un análisis conjunto en la que uno actúa como diablo y otro como ángel para el lector. Esa eterna doble opinión indecisa.
Dicen que en el mundo hay dos clases de personas: los vencedores y los perdedores, el cazador y la presa, el vivo y el muerto, o como es el caso que aquí nos ocupa: el satisfecho y el frustrado. Imagino que ya habréis podido notar en qué lado me hallo en cuanto a nuestra experiencia conjunta con este juego. Desde luego me alegro que sus creadores nos mandaran más de una copia del juego, porque gracias a ella es por la que estamos escribiendo algo así.
Devil Daggers es como intentar coger un toro por los cuernos: o lo intentas y te rindes pensando que ese reto no es para ti dándote la vuelta y llevándote una cuernada en tus partes traseras, o bien le das duro a ese toro esforzándote lo máximo posible y al menos puedes estar satisfecho, porque lo habrás alejado lo suficiente para darte la vuelta alardeando y saliendo de la escuadra. Incluso quién sabe, tal vez eres lo suficiente cabezota y/o valiente para coger esos cuernos, inmovilizar a la bestia y dejarla en el suelo inmóvil para que cientos o miles de personas te aplaudan viendo tu éxito. A esto le llamo Leaderboard (marcadores).
El juego en sí es un símbolo de auto-superación donde unos logran cumplir sus metas y otros se quedan por el camino. Es tremendamente difícil y morirás cientos o miles de veces en cuestión de segundos, pero repitiendo es como aprenderás a superarte, y a pesar de parecer un juego simple, realmente tiene mucho juego el rejugarlo continuamente adquiriendo habilidad poco a poco. Muy poco a poco.
Podría describir cómo es el juego, pero creo que mi compañero Yayo ya lo ha expresado debidamente, aunque con un aire melancólico. Cabe destacar que los chicos de Sorath han creado un FPS retador que está perfectamente equilibrado para que el jugador no se sienta maltratado (al menos si no se rinde) y que obliga a los menos habilidosos a doblegarse ante su dificultad o morir. Mientras tanto, los más expertos podremos lograr ascender en esa cima de cadáveres para alabar el fuego en nuestras manos y seguir lanzando dagas a diestro y siniestro.
Se podría resumir a Devil Daggers como un simple juego de oleadas bien planeadas que limitan al jugador a superarlas en un entorno cerrado, pero ello no haría justicia hacia la endiablada experiencia que realmente esconde el juego. Porque no solo su jugabilidad posee algo simple pero oscuramente perfecto, sino que la ambientación y desosiego del jugador va a influir bastante en cada partida en la que volvamos a coger una y otra vez esa daga del centro para empezar la matanza. Para mí, ha sido una experiencia brillante este juego, y vale cada maldito centavo que no he pagado al ser una copia de prensa, pero que sí he pagado invirtiendo mi tiempo en escribir esto y que llegue a más personas.
La nota final sería una media entre mi puntuación y la de Yayo, sin embargo este ha rechazado calificarlo de algún modo dejando en mis manos la valoración de este juego. Así que tal vez para algunos esa daga le corte la mano al cogerla haciéndole sangrar de sufrimiento, pero para otros es una arma arrojadiza jodidamente difícil de manejar, y que si lo logramos, las horas y oleadas de masacre serán tremendamente divertidas y adictivas.