Analisis Alan wake 2

Stephen King dijo una vez que “las pesadillas no están sujetas a la lógica”. Con esta cita tan apropiada comienza la epopeya de Alan Wake; un viaje de luces y sombras, tanto jugables como narrativas, que nos transporta al misterioso pueblo de Bright Falls en busca de paz e inspiración en lo que pronto se convertirá en una pesadilla más allá de toda lógica en la que realidad y ficción se entrelazarán peligrosamente.

Alan Wake se lanzó el 14 de mayo de 2010 (en Europa) en exclusiva para Xbox 360, desarrollado por la compañía finlandesa Remedy Entertainment, creadores de la franquicia Max Payne, y distribuido por Microsoft. Aunque no fue hasta marzo de 2012 cuando llegó la versión de PC, que es la que procederemos a analizar.

Historia y ambientación

Alan Wake es un famoso escritor de novelas de terror que viaja, junto a su esposa Alice, al acogedor pueblo de Bright Falls con el fin de superar el bloqueo creativo que le atormenta. Un comienzo muy al uso que bien podría pertenecer a una novela del anteriormente citado Stephen King. Y es que, en este título, abundan los guiños y las referencias a otras obras para crear ambiente. Es una oda al género de terror: desde su estructura en capítulos al más puro estilo de series americanas como Lost o Twin Peaks, hasta múltiples situaciones que parecen concebidas en la mente de maestros del género como Edgar Allan Poe, Hitchcock o Lovecraft. La atmósfera que consigue es maravillosa: tensa y absorbente. Un fallo a mencionar es la tendencia del juego a generar interrogantes que no siempre se responden de la manera más adecuada.

Para no destriparos nada de una historia que es el principal atractivo del juego nos ceñiremos a lo que veremos en el prólogo del título: una pesadilla que comienza con un Alan confuso, huyendo desesperadamente hacia un faro que parece ser el último lugar seguro sobre la faz de la tierra. En este prólogo aprenderemos las mecánicas básicas de combate y conoceremos lo que se denomina como “presencia oscura”, que actuará como enemigo a lo largo del título, tomando el control tanto de seres humanos como de objetos inanimados que se volverán en nuestra contra. La única manera de vencer a este enemigo es utilizando la luz, ya sea de la linterna, que casi siempre llevaremos con nosotros, o mediante otras fuentes de luz. Y aquí entra el contraste de luces y sombras que nombrábamos en la introducción, pues el juego está dividido en dos tipos de fases claramente diferenciadas: las diurnas y las nocturnas.

En las fases nocturnas nos tendremos que enfrentar a la presencia oscura en todas sus formas haciendo uso de la luz y avanzando de un punto al otro; estas partes están bien conseguidas y conforman el grueso de las 12 horas que puede dar de sí este título. El problema llega con las fases diurnas, basadas en la exploración y la conversación con distintos personajes, que, lamentablemente, se quedan en fases lineales con objetivos simples y poco desarrollo de la trama, salvo en momentos puntuales. Tenemos la sensación de que estas fases se podrían haber aprovechado un poco más, desarrollando a los personajes y dándonos más motivos para pelear en las fases nocturnas, aprovechando el contraste.

La trama avanza, mayormente, a través de escenas cinemáticas que pecan de tener un tono muy diferente al in-game y de romper un poco el ritmo. Además, en nuestro camino por Bright Falls, nos encontraremos las páginas de un misterioso manuscrito escrito por Alan, que serán fundamentales para unir todas las piezas del rompecabezas que es la trama. El problema de esto es que son opcionales, por lo que correremos el riesgo de no encontrar alguna y perdernos detalles de la historia, aunque suelen estar en lugares bien visibles. También podremos escuchar fragmentos de un programa de radio local que nos ayudará a conocer un poco mejor el entorno, así como una misteriosa serie televisiva titulada Night Springs que trata temas tan interesantes como el suicidio cuántico, lo que ayuda a crear atmósfera.

Alan Wake podría haberse aprovechado más de su condición de videojuego a la hora de narrar en lugar de intentar imitar el estilo de series o películas (lo cual no es necesariamente malo). Ejemplo de esto es la llegada a la cabaña de Cauldron Lake, en la que, sin quitarnos el control en ningún momento, consigue crear una escena maravillosa y presentarnos la relación de Alan con su mujer.

En lo tocante a los personajes cabe destacar al simpático Barry, amigo íntimo y agente de Alan, que, sin ser un personaje memorable, consigue aportar un tono de humor y posee cierto carisma. También son interesantes los hermanos Anderson, antiguas estrellas del rock venidas a menos, pero apenas tienen desarrollo. Por otra parte hay varios personajes planos y rebosantes de clichés como el agente Nightingale o, mismamente, nuestra esposa. A lo cual no ayudan unas animaciones faciales inexplicablemente robóticas y artificiales que restan credibilidad al conjunto.
Por último, mencionar que existen dos capítulos descargables: La Señal y El Escritor (incluidos en la versión de PC) que pueden alargar la vida del programa hasta las 15 horas. No hay ningún tipo de multijugador ni otra oferta jugable más allá de la historia.

Jugabilidad

Centrándonos en el plano jugable, cabe empezar diciendo que Alan Wake no es un survival horror: es un juego de acción en tercera persona con toques de thriller. La mecánica básica consiste en apuntar a los enemigos con un foco de luz (generalmente nuestra linterna) hasta que pierdan la protección de la presencia oscura para así poder atacarles con distintas armas de fuego como revólveres, escopetas o fusiles de caza. En las zonas iluminadas estaremos a salvo, se guardará la partida y regeneraremos salud. También disponemos de un botón para realizar esquivas y otro para esprintar durante un breve período de tiempo, ya que Alan es escritor, no atleta.

El concepto es interesante, cuenta con un respaldo tecnológico que lo hace muy dinámico y aporta cierta estrategia a la hora de planificar los tiroteos, ya que la luz de nuestra linterna se agota y hay que cambiarle las pilas cada poco tiempo. Además, existen otras armas en el arsenal de Wake, como lanzabengalas o granadas de luz que acabarán con grupos de enemigos de un plumazo, así como modelos de linterna más potentes y con más autonomía. Siempre tendremos la munición y las pilas necesarias para avanzar por los niveles, incluso en el modo de díficultad más alto de los tres disponibles.

El problema es que este sistema acaba cayendo en la monotonía conforme pasan las horas. El juego intenta solucionarlo añadiendo algunos elementos como batallas contra jefes poco inspiradas y escasas, puzzles insultantemente simples, quick time events o fases de conducción, pero, sobre todo en la recta final, se le acaban notando las costuras, haciéndonos jugar más por el interés que genera la trama que por la progresión jugable.

La mayoría del tiempo lo pasaremos en el bosque, en escenarios lineales con alguna zona secundaria en la que encontraremos cofres con munición u objetos coleccionables como termos de café (meramente cosméticos). Estos escenarios, si bien están maravillosamente realizados, se repiten hasta la saciedad; hubiéramos agradecido una mayor variedad de entornos. Tampoco hay demasiados tipos de enemigos y la manera de vencerlos es siempre la misma, ya sean humanos u objetos inanimados poseídos por la oscuridad. La inteligencia artificial cumple, proponiendo un reto adecuado aunque sin muchos artificios. Los objetivos suelen ser simples como ir del punto A al B o encender un generador para poder avanzar.

Otro pequeño punto negativo es lo tosco de las animaciones de Alan, lo que deriva en unos movimientos inexactos en las escasas fases de plataformas.
Los enemigos rara vez nos asustarán, ya que su aparición está precedida por un estrepitoso cambio de música, aunque en algunos momentos puntuales conseguirán hacernos saltar de la silla con apariciones repentinas. Por último, destacar la buena adaptación del control a teclado y ratón, aunque desde MuchoGamer vemos el pad de Xbox 360 como la mejor opción.

Gráficos y tecnología

Visualmente Alan Wake (sobre todo en su versión de PC) llama inmediatamente la atención. Gran parte de la culpa de lo absorbente de su atmósfera lo tiene el brillante apartado tecnológico del que goza el título, comenzando por unos efectos de iluminación sencillamente sublimes, algo muy importante en un juego en el que la luz y las sombras tienen tanta relevancia. La luz que proyecta nuestra linterna, los reflejos en las distintas superficies, la calidad de las sombras y los efectos de partículas y niebla volumétrica están tremendamente logrados, creando unas estampas, sobre todo en las fases diurnas o fuera del bosque, realmente impactantes, acompañadas por una distancia de dibujado pasmosa. A todo esto hay que sumarle una tasa de 60 fotogramas por segundo (a diferencia de los 30 de la versión de Xbox 360) que hacen que todo se mueva con una suavidad deliciosa, así como unas físicas excelentes. Pero, como venimos diciendo desde el principio, no todo son luces, también hay sombras.

En el lado opuesto nos encontramos algunas texturas pobres, ciertos fallos (muy puntuales) en las físicas, un antialiasing mejorable, sombras y texturas parpadeantes muy molestas y, por encima de todo, unas animaciones faciales robóticas; culpables en gran medida de que algunos personajes no resulten creíbles.

A nivel de optimización decir que en nuestro equipo de pruebas (AMD FX8320, GTX770 y 8GB de RAM) el título se mueve a una fluida tasa de 60 fps con todas las opciones gráficas al máximo y a 1080p (el original de Xbox 360 no llegaba a 720p). Resaltar la variedad de opciones gráficas que pone a nuestra disposición para configurarlo a nuestro gusto, con opciones como eliminar el HUD o variar la amplitud del campo de visión, lo cual puede resultar muy interesante para algunos usuarios.

Sonido

Al margen de unos efectos de sonido bien conseguidos y un doblaje sobresaliente en el que la única pega son ciertos fallos en la sincronización labial, hay que hacer mención especial a la exquisita banda sonora de este título: la otra gran culpable de su absorbente atmósfera. La OST se ve conformada por temas propios de gran nivel, que consiguen transmitir la tensión de cada momento, y (la joya de la corona) un puñado de temas licenciados que van desde el blues de Charles Brown, hasta el punk sucio de Nick Cave, pasando por la maravillosa In Dreams de Ray Orbison y la Space Oddity del inconfundible David Bowie: una gran recopilación de temas muy variados y adecuados para cada situación. Un sobresaliente en este apartado.

Conclusión

Alan Wake es un maravilloso thriller. Un homenaje al miedo y la ciencia de crear historias. Narrativamente hubiera ganado puntos si aceptara que es un videojuego; si hubiera involucrado más al jugador con unas mecánicas más complejas que realmente complementaran a la narrativa. De todas maneras es un título que os atrapara en su lograda atmósfera, respaldada por un maravilloso apartado técnico y sonoro. Os invitamos a viajar a Bright Falls, a conocer sus oscuros secretos y ayudar a Alan a desterrar a la oscuridad. No os defraudará.

Cristian Sánchez

Apasionado jugón desde la infancia. Amante del rock y el metal. Adicto a los buenos libros y a escribir.