Análisis Amplitude
Hace un tiempo se presentó una campaña de kickstarter de Harmonix, los encargados hasta la fecha de los primeros Guitar Hero, la saga Rock Band y Dance Central. Se trataba de Amplitude, una vuelta a los inicios de la desarrolladora donde se marcaría un reinicio de su juego clásico lanzado en PlayStation 2, Frequency.
Una jugabilidad adictiva
Harmonix quería retomar su jugabilidad clásica con Amplitude, aunque dotándolo de un desarrollo más independiente, pero manteniendo su sello de identidad. En el fondo entendemos que hayan querido mostrar al público un juego directo sin mayores complicaciones y una jugabilidad adictiva, pero como en todo juego, siempre hay alguna parte negativa.
El nuevo Amplitude no presenta grandes cambios en su mecánica, pero como ya decíamos antes, quieren retomar la jugabilidad clásica. Controlamos a una especie de nave que avanza a ritmo constante por pistas asociadas a canales de sonido, voces, bajos y sintetizadores. Con tres botones, L1, R1 y R2, (también podemos configurar los botones y ponerlos a nuestro gusto) debemos pulsar en el momento justo sobre una de las notas.
Música y ritmo
Los temas musicales están compuestos por la propia Harmonix, siendo mayormente electrónicos. Pero eso tiene sus defectos, la lista musical es algo pobre y cuesta seguir el ritmo. Por una parte entendemos que hayan recurrido a esto para lanzar el juego a bajo coste sin repercutir en su calidad. Las 30 canciones de estilo electrónico en sus variantes de pop electrónico, synthpop, bitpop, un poco de dubstep. Otro tema es que no transmite la misma sensación de seguir el ritmo. No encontramos la variedad de voces, artistas o ritmos de pasadas ediciones. Le falta más variedad que se podía arreglar con con algunas canciones más comerciales o con la posibilidad de poder llegar a conectarse con Playstation Music, pero eso no podría pasar con un juego con pocos recursos.
La variedad de juego
En primer lugar nos encontraremos dos tipos de modos, Partida Rápida y Campaña. El primero de ellos nos dará acceso a las diferentes canciones de la lista propia de Harmonix con algunas extra de otras compañías, en las cuales podremos escoger dificultad y tipo de Nave. Básicamente es un modo para batir records e intentar habituarte al ritmo de cada una. El Modo Campaña nos presenta una paciente que necesita ser curada, por lo que tendremos que explorar su mente e intentar desbloquear algunas de sus funciones. Con esta premisa, recorreremos diferentes zonas con canciones variadas, pero solamente encontraremos los temas exclusivos de Harmonix.
Hay ítems multiplicadores, ralentizadores de tiempo, limpiadores de una sección completa y otro para sobrevolar la pista. Saber gestionar su uso, especialmente cuando aparecen notas complejas, puede marcar las diferencias en la puntuación. No solo tendremos que valernos de nuestra velocidad mental, sino que gracias a esta serie de potenciadores, obtendremos una mayor puntuación dependiendo del uso que le demos en algunas situaciones.
En compañía es más divertido
El Modo Multijugador es local cooperativo o competitivo, en el que varios amigos tendrán la oportunidad de ayudarse de forma mutua o competir entre ellos para cubrir algunas pistas con algunos potenciadores que les harán la vida más fácil. Si dispones de amigos aficionados a este tipo de títulos la diversión está asegurada.
Conclusión
Harmonix ha conseguido volver a sus raíces con Amplitude. Un juego músical con temas exclusivos propios y algunos extras que te hará disfrutar durante un largo tiempo para desbloquearlo todo. Aunque como en todo tipo de música, a gran parte de la comunidad de jugadores “puede” que los temas no sean de su agrado haciendo que no disfrutes del juego como realmente debería ser. El aspecto visual es llamativo y directo, algo que es de agradecer y haciendo honor a Frequency y al primer Amplitude. No esconde en ningún momento lo que es: un regreso para nostálgicos limitado por el presupuesto de las licencias y por supuesto, recomendable para aprovechar el multijugador y los adictos a la electrónica con ganas de batir récords en búsqueda de esa partida perfecta que difícilmente se consigue.