Análisis Among the Sleep

El survival horror cada vez está cogiendo más fuerza. Juegos como Amnesia, Outlast o Slender, nos han puesto los pelos de punta, pero esta vez Krillbite Studios nos trae el terror primigenio; la primera sensación de miedo que podríamos llegar a tener en nuestra vida, es decir, el terror visto desde la mirada de un niño.

 

Su historia y su mensaje

En Among the Sleep encarnamos un bebé en el día de su cumpleaños, mientras lo celebra con su madre. Nos regalan un oso de peluche que recibe el nombre de Teddy, y que cuando no hay nadie delante es capaz de hablarnos y de moverse por su cuenta. Además de eso, tiene una particular función para nuestro personaje: cuando lo cogemos en brazos y lo apretamos contra nuestro cuerpo es capaz de iluminar nuestro alrededor unos metros, lo que nos permite ver algo en los escenarios más oscuros por los que pasaremos. No haré ninguna mención a los continuos simbolismos y elementos imaginarios de la mente del bebé para no fastidiar la experiencia a quien se ponga a jugar el juego, pero cuando lo hagáis os daréis cuenta de los continuos lazos y conexiones que ponen en pantalla Krillbite Studio tanto en objetos como en situaciones concretas de la jugabilidad.

 

La jugabilidad y su duración

En un momento dado, nuestra madre nos deja descansar en nuestra cuna, nos despertaremos en mitad de la noche, y con Teddy iremos a buscar a nuestra madre, que no está. Desde ese momento hasta el final del juego iremos en su busca por medio de recuerdos que encontraremos en los cuatro escenarios que conforman Among the Sleep, y en los que tendremos que realizar diversas acciones más o menos sencillas. Por ejemplo, nos obligan a realizar una serie de puzzles para nada complejos y, aunque hay escenarios más o menos amplios, no nos quedaremos atrapados en ningún momento o sin saber qué hacer para llegar a recuperar esos recuerdos y con ellos, a nuestra madre. Tendremos fases de plataformas, en las que deberemos abrir una puerta que se acciona con una manivela y para llegar a ésta, deberemos coger una silla y subirnos a ella. En la parte de exploración tenemos diversos ítems que nos hacen falta para pasar a otros niveles.

También ofrece una pequeña jugabilidad de infiltración en la que para que no nos encuentre el ser maligno que nos persigue, deberemos escondernos en diferentes sitios y en momentos concretos. Eso sí, la linealidad de la acción es demasiado evidente, los puzzles son muy básicos y la dificultad es casi nula para avanzar. Quizás los momentos más difíciles en principio es qué hacer cuando el enemigo oscuro nos persigue y cómo tenemos que hacer para evadirlo. Tampoco se ha logrado un balance equilibrado entre intentar sobrevivir y no hacerlo, ya que simplemente una pantalla en negro y unos cuantos sonidos poco desagradables nos anunciarán que nos han cogido. El efecto causado por “perder” es mínimo, haciendo sentir que aunque nos atrapen no es para tanto, disminuyendo así la tensión lograda con el resto de apartados, algo que desmerece un poco la jugabilidad y las mecánicas.

 

El juego es muy corto, sobre las dos horas de juego, algo que nos parece insuficiente en general. Se puede alargar un poco depende de nuestra jugabilidad, pero no llega a ser más de una hora adicional. Visitaremos varios escenarios que están diseñados de forma que, tal y como están representados, produzcan ese efecto de temor-miedo que en situaciones normales reflejan todo lo contrario. Desde la propia casa, a oscuras y con multitud de cosas tiradas por el suelo o con relámpagos apareciendo súbitamente en momentos puntuales, logrando ese efecto “mal rollo” y pequeños sustos que, si bien no alcanzan el nivel de otros corta-respiraciones como hemos visto en Outlast, por ejemplo, sí logran tenernos en tensión gracias también al apartado sonoro que adereza todo el conjunto. Si quieres un juego donde pasar miedo, este no es el caso.

 

Apartado técnico y sonoro

El diseño visual del juego está perfectamente recreado, uniéndose a ello la decisión tomada a la hora de jugar desde el punto de vista de los ojos de un bebé; podremos ver nuestro cuerpecito, cómo se mueve algo torpe todavía, podremos gatear (al gatear nos movemos más rápido pero hacemos más ruido, y si vamos andando iremos más lentos pero lo haremos en silencio). Además, podemos andar, ir por las alturas… e incluso interactuar con muchos elementos de la casa aunque no nos sirvan para nada, como coger los típicos cubos con letras y poner nuestro nombre, tirar los platos de la cocina al suelo…

Destacar el ángulo y la visibilidad que tendremos, un punto de vista bajo como corresponde, y con una escala de los elementos bastante bien elegida. Las sombras, los efectos de luz y el blur que barre la pantalla cuando estamos en peligro, mantiene un estilo muy coherente y que le da cohesión; una visión entre realista y cartoon, con constantes cambios cromáticos en los distintos niveles para darle variedad, todo ello desde la penumbra que ocupa la noche y que mantiene el miedo constante a un niño pequeño. Es un juego que gráficamente y artísticamente gusta mucho.

El apartado sonoro es bastante bueno, muy bien elegido, y que causa con esa canción infantil que suena mientras nos persigue la oscuridad una mezcla perfecta para el suspense y el susto fácil. La voz de nuestra madre está bien interpretada y los FX de sonido son de buena calidad como por ejemplo, el sonido de los truenos -que por cierto no aparecen mucho y eso los resalta todavía más-.

 

Conclusión

En definitiva, Among the Sleep es un juego muy, muy corto con unas mecánicas sencillas y con unos niveles bien diseñados. Partiendo de un punto de partida tan interesante, este no se aprovecha demasiado, y finalmente tienes la sensación de estar jugando a una aventura de terror más, sin que el hecho de ser un niño pequeño sea determinante. Una vez acabado el juego la rejugabilidad es nula, ya que el juego no nos trasmite el miedo que realmente quiere ofrecer. Su apartado técnico y sonoro da la talla, y cómo el estudio intenta ponernos en la piel de un niño y cómo realmente hace su función.