Qué le falta a Tomb Raider

Estaremos de acuerdo en que la nueva versión de Tomb Raider, este reboot que ha cosechado un éxito dispar, está tomando un camino bastante bueno. Para aquellos que hemos jugado los dos juegos, las expectativas ante la tercera entrega son altas. Tenemos una cierta fe en que los desarrolladores mantengan una evolución partiendo de la propia madurez de Lara, nuestra intrépida protagonista. Sin embargo, uno no puede evitar enumerar aquellas cosillas que le quedan a la saga para estar a la altura de lo que una vez fue. Y hoy me voy a permitir comentar algunos detallitos. ¡Empezamos!


Una Lara más madura y compleja

Lo que nos chocó a muchos con este reboot es el aspecto físico y emocional de la nueva Lara. Estábamos acostumbrados a una Lara con una personalidad dura y sexy que se enfrentaba al peligro con sus dos pistolas y que disfrutaba de los hallazgos que encontraba durante su aventura. Sin embargo, con el reboot, nos hemos encontrado algo muy distinto. Una Lara bastante más joven e inexperta que duda entre si matar o salir por patas. Las ruinas quedan en segundo plano —ésto se arregla un poco con la segunda entrega— para explorar paisajes muy bonitos pero poco interesantes y originales. Como muchos indican, el juego ha bebido, quizás demasiado, de la saga Uncharted.

Por ello, para una posible tercera entrega, nos gustaría volver a encontrarnos con la vieja Lara. Atendiendo a la propia cronología del juego actual, no pedimos que hagan un salto temporal y nos muestren a una treintañera con curvas de infarto, pero la actual Lara puede tener perfectamente el toque maduro y juguetón, a veces serio y científico, al que los jugadores más veteranos le tomamos cariño. Al fin y al cabo, ya ha vivido suficiente como para no verse impresionada por las circunstancias de su mundo.


Vuelta al ambiente clásico

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Unidas a las quejas del aspecto de Lara están las quejas sobre las ruinas y su poca importancia. Con Rise of the Tomb Raider —que ha analizado uno de mis compañeros— retomamos un poco ese mundo donde la arqueóloga nos lleva por estructuras antiguas e incluso mágicas, por puzzles creados por antiguas civilizaciones que querían vernos sufrir de lo lindo para avanzar en el nivel. Con todo, el avance sigue siendo muy escueto en comparación con los orígenes de la saga. En la primera entrega las ruinas pasan casi totalmente desapercibidas y en la segunda van perdiendo su importancia, según avanzamos en la historia, hasta convertirse en tristes misiones secundarias que casi no valen la pena.

Retomar las aventuras con Lara a través de ruinas y templos haría las delicias de los aficionados, tanto de los veteranos como de aquellos que han comenzado a conocer a Lara con el reboot. Se echan en falta esos puzzles que se nos atascaban de vez en cuando, o encontrarnos con bestias legendarias de las que debíamos deshacernos con astucia. Ese viejo Tomb Raider conseguía quedar en la delgada línea que divide la acción pura de la aventura. Ya es hora de olvidarnos de perseguir a organizaciones como principal objetivo y dejarlas como una simple molestia en nuestro viaje tras artefactos y leyendas misteriosas.


Jugabilidad clásica y moderna

¿Habéis probado a jugar las primeras entregas de Tomb Raider después de jugar al reboot? No es una experiencia muy agradable si no estáis acostumbrados a la vieja escuela. Más allá de los gráficos poligonales —los enormes pechos de Lara no pasan desapercibidos—, nos encontramos con unos controles molestos que, o eres preciso a la hora de usarlos, o estás perdido. Llega a resultar muy frustrante, en ocasiones, hasta escalar una triste pared o disparar a un lobo. Por supuesto, eso no es algo que se dé en el reboot. Los videojuegos más modernos no suelen traer problemas de este tipo. Pero, aunque la saga reboot sea mucho más cómoda de jugar, no podemos dejar de echar de menos algunos toques clásicos. No me refiero a los controles, sino a las propias armas o herramientas.

Las señas de identidad de la vieja Lara son esas dos pistolas con las que hacía caer a todos sus enemigos. En ocasiones contábamos con alguna escopeta u otro tipo de arma más potente, por no hablar del gancho magnético que recuerdo haber usado en el magnífico Tomb Raider: Legend. Ahora tenemos mucha más variedad de armas, con una potencia devastadora. Los momentos de acción y los combates contra grandes cantidades de enemigos —que tambien tenía la vieja saga— recuerdan más a los shooters de aventura, como Uncharted. Llega un momento en el que nos convertimos en una Rambo con coletas, ¡y a lo loco contra todo bicho que mueva! Por ello, volvamos al toque más clásico de armas más potentes que necesitan de estrategia y de acrobacias, y conservemos el crafteo y los cómodos controles.

Después de tantos años, las expectativas están por las nubes. Tomb Raider tiene mucho que dar.

No es poco lo que le falta a la nueva saga para estar a la altura de lo que fue en su día, pero, por suerte, llevan un camino muy bueno. Si bien los dos juegos con los que cuenta la saga reboot nos han dejado con ganas de más, han contado con una calidad excepcional en la mayoría de sus apartados. Han querido crear un juego que evolucionara y madurara junto a su protagonista, o, porqué no, junto a sus fans. No olvidemos que la saga clásica tiene bastantes años en su haber. Crear un reboot partiendo de lo clásico podría alejar a una nueva generación de jugones acomodada en historias simplistas y en una jugabilidad más sencilla. Con este inteligente camino podemos encontrarnos con un tercer Tomb Raider que nos suelte una lagrimita a los veteranos, por regresar a nuestra tierna infancia, y un grito de admiración a los más jóvenes, por encontrarse con una experiencia que no pudieron disfrutar en su momento y que ahora se vuelve asequible para ellos. Sólo queda esperar.

Cristian Sánchez

Apasionado jugón desde la infancia. Amante del rock y el metal. Adicto a los buenos libros y a escribir.

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