Análisis HeartStone

Sentir tu mano, acariciar esas cartas conseguidas con tan arduos esfuerzos… Recuerdos imborrables de la infancia. Todos rememoramos con cariño esas partidas de colegio, en las que jugábamos mazos conformados con cartas que nos enamoraban no por sus efectos o estadísticas, sino por lo imponentes que se mostraban los monstruos de turno en una de sus caras.

Lo cierto es que las mecánicas no han variado en demasía, pero sí el formato. Lo que antes eran cartas de cartón plastificado se ha convertido en un puñado de píxeles dentro de una pantalla ¿Degradación de la fórmula? No, más bien una mayor accesibilidad, especialmente por su enfoque Free to Play.

Actualmente hay bastantes juegos de cartas disponibles en la red para nuestros uso y disfrute ¿Qué hace a Hearthstone especial dentro de todo ese cúmulo de naipes?

Historia y Ambientación

Su condición de juego de cartas le hace carecer de un argumento sólido sobre el que asentarse. Al estar totalmente ambientado en el universo de World of Warcraft toda narrativa queda relegada a un segundo plano, pues Blizzard da por hecho que todos los jugadores de su reciente incursión en este género conocen la historia de su IP insignia, lo cual, dicho sea de paso, es una aseveración que dista mucho de ser cierta.

Asumiendo que en un juego de estas características el argumento no es primordial, lo cierto es que lo compensa con una inmersión de cinco estrellas. Es estar jugando un rato y sentir que realmente te encuentras echando unas partidas dentro de una mugrienta taberna llena de jugadores malintencionados. Siendo lacónicos: emula de forma muy inteligente esas sensaciones que teníamos de niños, jugando cara a cara con los amigos.

Jugabilidad

Reiteramos la pregunta ¿Qué hace a Hearthstone especial? Pues su exquisito equilibrio entre accesibilidad y profundidad. Es fácil entender sus mecánicas, pero dominarlas es una tarea que exige horas y horas de dedicación.

Las cartas se pueden dividir, a grandes rasgos, en esbirros y hechizos. Los esbirros cuentan con múltiples habilidades, y se dividen en las siguientes razas: neutros, demonios, dragones, múrlocs, bestias y mecas, esta última habilitada desde la aparición de la expansión Goblins vs Gnomos, que data de Diciembre del año pasado. Los individuos de una misma raza poseen importantes sinergias, las cuales deberemos aprovechar creando un mazo que las explote. Los hechizos pueden ser manuales o secretos, es decir: algunos se activan manualmente en tu turno y otros se activan automáticamente en el turno del adversario si este cumple los requisitos que desencadenan su activación, respectivamente.

Son múltiples los efectos que podemos infundir en nuestros esbirros o en los contrarios para darle la vuelta a la partida: congelar, condenar, silenciar, provocar, escudo divino, aumentar estadísticas, inmunizar… Todos estos efectos, junto a los diversas magias, logran enriquecer y dar diversidad a una fórmula que parte de un concepto muy clásico.

Hay muchos juegos que pecan de sufrir un serio desbalance entre cartas. Blizzard consigue evitar, en parte, dicho desequilibrio, creando múltiples héroes con cartas y habilidades únicas. El problema surge cuando uno de los jugadores veteranos, en su mayoría grandes constructores de mazos, crean esa baraja invencible que domina el metajuego de toda una temporada. Esto lleva a Blizzard a nerfear, a veces de mala manera, las cartas clave de dicho mazo, lo que genera una descompensación difícil de subsanar y que, en la mayoría de los casos, trascienden del mazo objetivo, afectando a las mains de millones de jugadores.

Y hablando de desequilibrios: la progresión del juego varía mucho entre jugadores, siendo el factor condicionante el dinero que estés dispuesto a desembolsar en sobres. Cuanto más gastes más sobres abrirás, y más cartas tendrás para sumar a tus barajas. No hay que desmerecer la habilidad de todos aquellos jugadores capaces de dejar atrás los rangos y llegar a Leyenda, pero el dinero, muy a nuestro pesar, juega un papel bastante determinante dentro del conjunto: no es divertido enfrentarse a un jugador que maneja con destreza un mazo lleno de cartas épicas y legendarias conseguidas sin esfuerzo alguno. Si no quieres jugar de forma competitiva siempre puede elegir el modo amistoso o enfrentarte a tus amigos.

Gráficos y Tecnología

Las magias están representadas con efectos generalmente simples pero efectistas, y los monstruos más poderosos aparecen en el campo de forma bastante impactante. Existen elementos en la mesa de juego con los que podemos interactuar y que, sin tener efectos a nivel jugable, le dan un  poco de vida a la susodicha.

La representación de los personajes y hechizos más emblemáticos del universo World of Warcraft ha sido realizada con mucho mimo, y se nota. Todas las cartas muestran un nivel de detalle más que satisfactorio. También podemos conseguir versiones “doradas” (animadas) de las cartas, que son incluso más vistosas.

El dorso de tus cartas es intercambiable, lo que le aporta un plus visual al título. Al final de cada mes, si hemos superado el rango 20, se nos otorga uno nuevo.

Las partidas se llevan a cabo sin demasiadas interrupciones, bastando unos pocos megas de banda ancha para poder disfrutar de una experiencia de juego óptima. Se agradece el trabajo que ha puesto Blizzard en la estabilidad de su producto, que es actualizado y reformado de forma constante para delicia de sus seguidores.

Sonido

Decente y totalmente desternillante a la vez. Durante el combate nos bombardean constantemente con el mismo hilo musical, que, sin ser especialmente molesto de buenas a primeras, se hace repetitivo con el tiempo. Los gritos de los esbirros al saltar al campo de batalla son realmente divertidos, ¿a quién no le gusta imitar a su carta favorita cuando la sacan a luchar? Tal vez se le podría poner un “pero”, y es que el doblaje a nuestro idioma no funciona todo lo bien que debería en ocasiones.

“¡Soy Jaraxxus, señor Eredar de la Legión Ardiente!”